Un proyecto de protocolo para el monitoreo de cocodrilos con drones


San José, 4 de mayo (DNP) .- Uno de los interrogantes más cruciales que enfrenta Costa Rica es la cantidad de cocodrilos que habitan en su territorio. Hasta el momento, no se han realizado estudios recientes que ofrezcan una cifra precisa sobre el número de estos reptiles en el país. A pesar de que diversos especialistas han indicado señales de recuperación en las poblaciones de cocodrilos, persiste una falta de información suficiente que permita determinar si existe alguna situación de sobrepoblación.
En este contexto, el Instituto Internacional de Conservación y Gestión de la Vida Silvestre de la Universidad Nacional (ICOMVIS-ONA), en colaboración con la Escuela de Topografía Catastre y Geodesia, se encuentra actualmente desarrollando un innovador protocolo que facilitará el recuento y monitoreo de cocodrilos utilizando drones. Este enfoque busca modernizar y optimizar la manera en que se lleva a cabo la vigilancia de estas poblaciones tan importantes.
El monitoreo manual tradicional implica que los investigadores realicen recorridos nocturnos y diurnos a lo largo de los ríos, utilizando linternas para detectar los ojos de los cocodrilos, una tarea que no solo es laboriosa, sino que también implica riesgos y costos elevados en términos de equipo y personal capacitado. Por lo tanto, la implementación de drones representa una solución innovadora y necesaria para el estudio de estas especies.
‘Lo que estamos haciendo ahora es establecer zonas específicas en el río donde podamos operar los drones para realizar nuestros recuentos. Durante el día, recopilamos información y, posteriormente, procesamos las imágenes captadas’, explica uno de los representantes del proyecto. Este método no solo permite una captura más eficiente de datos, sino que también contribuye a la conservación de la biodiversidad.
Este esfuerzo se ha convertido en un proyecto pionero no solo a nivel nacional, sino también en el ámbito internacional, anticipando un gran impacto en la forma en que se estudian y protegen los ecosistemas.
«Es imperativo estandarizar los datos de vuelo, considerando factores como las condiciones de luz solar sobre los cuerpos de agua, una altura de vuelo que no perturbe a los animales, así como otras variables como la lluvia o el viento. Esta metódica será parte del protocolo que se describe para que las entidades competentes puedan llevar a cabo un monitoreo eficaz a nivel nacional,» detalló el representante del ICOMVIS-ONA.
El cocodrilo es considerado una especie clave dentro de los ecosistemas en los que reside, gracias a su posición en la cadena trófica y al impacto positivo que tiene en el medio ambiente. A través de su actividad de depredación selectiva de peces y otros organismos, contribuye al reciclaje de nutrientes y a la regulación de la humedad durante períodos de sequía, lo que a su vez mantiene la estructura y función de los ecosistemas que habita. No obstante, estos depredadores superiores enfrentan amenazas significativas como la pérdida de hábitat, la contaminación y la caza indiscriminada. La combinación de estos factores puede llevar a una reducción alarmante de la biodiversidad, así como a una disminución de la estabilidad económica y ecológica en las regiones que habitan.
Hasta 1960, tanto en Costa Rica como en otros lugares del mundo, la caza indiscriminada de cocodrilos era una práctica común. Sin embargo, la situación cambió radicalmente cuando la Ley de Preservación de la Vida Silvestre decretó en 1992 a los cocodrilos como especies en peligro de extinción, convirtiendo esta persecución en una actividad ilegal. Este cambio marcó un punto de inflexión en la protección de la vida silvestre en el país.