Era el rito del «último comodio et valhedict» en el funeral del Papa Francisco.

Roma, Abr (ACI Press) .- En un solemne y emotivo servicio, antes de que culminara la misa en honor al Papa Francisco, se llevó a cabo una última campaña de alabanza y despedida conocida como la «última comodidad et valedicho». Durante este ritual, se realizó una ceremonia en la que se invitó al alma del Papa Francisco a entrar en la paz eterna, implorando a Dios el Padre y al Santo Espíritu que le dieran la bienvenida con amor y compasión.
Una vez completada la letanía de los santos, se ofrecieron oraciones en honor al Papa, dirigidas por el Cardenal Baldassare Reina, quien es el Pastor General de la Diócesis de Roma, así como por el Archaire de Antioquía de las Melquitas griegas, Su Bienaventuranza Youssf Absi. Además, estuvieron presentes otros patriarcas y representantes de las principales iglesias metropolitanas y católicas, quienes unieron sus voces en un sentido tributo.
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Durante su oración, Mons. Baldassare expresó: «Oh Dios, que hace entrar a los trabajadores del evangelio en su reino, acogiendo a tu siervo y nuestro obispo, el Papa Francisco, quien ha sido llamado a ser el sucesor de Pedro y Pastor de tu iglesia. Que él encuentre alegría al contemplar el misterio eterno de la gracia, que se manifiesta también en su pueblo aquí en la tierra.»
De acuerdo al rito bizantino, la oficina de fallecimiento fue cantada en griego, incluyendo una petición especial que decía: «Suplicamos de nuevo por el descanso del alma de tu siervo fallecido, Francisco, obispo, para que todas sus faltas y pecados sean perdonados».
Mientras el Patriarca de Antioquía saludaba el ataúd que contenía el cuerpo del Papa Francisco, se unió a las oraciones diciendo: «Perdona todos sus errores de palabra, obra o pensamiento; tú eres un Dios bondadoso y amigo de la humanidad. Nadie que viva está libre de pecado, solo tú eres sin pecado, tu justicia es verdadera y tu palabra es la verdad».
Para concluir la ceremonia, el Cardenal utilizó agua bendita e incienso para hacer una reverencia final al cuerpo del Papa Francisco, mientras se entonaba una hermosa reacción, que precedía a una oración conclusiva. La emotividad del momento resonaba en los corazones de todos los presentes, quienes recordarán para siempre la luz y guía que representó el Papa Francisco.