El crimen organizado presenta armas en Costa Rica – Actualidad cr

SAN JOSÉ, 16 de junio (ELPAÍS.CR) – Las organizaciones criminales en Costa Rica han encontrado una nueva modalidad para armarse sin desanimar sospechas: importación de armas de fuego, piezas camufladas para dispositivos, teléfonos celulares o piezas de hardware simples.
Esto fue revelado por la Agencia de Investigación Judicial (OIJ), discutiendo una práctica cada vez más común que impide la costumbre y es un desafío importante para las autoridades.
Las piezas llegan al país bajo declaraciones falsas, ofrecidas como tornillos, anillos, refrigeradores o componentes electrónicos. Una vez en el suelo costarricense, estas partes están compuestas en los brazos sin el número de serie, imposible de detectar a través de sistemas convencionales.
Según el OIJ, este método permite a las pandillas criminales construir arsenales a bajo costo y con gran potencia de fuego, una creciente amenaza en el contexto de la violencia en el tráfico de drogas.
«Este es un desafío importante para las fuerzas policiales porque estas armas entran sin ser detectadas y luego compiladas para ser utilizadas en actividades criminales», dijo Randall Zúñiga, director de la OIJ.
La revelación surge en el medio del escándalo que causó la incautación el 12 de junio de 56 armas de fuego, incluidos rifles y rifles con alto calibre, en un sótano en el Guácima de Alajuela. Junto con el Arsenal, los agentes OIJ también encontraron una cantidad significativa de drogas, lo que fortaleció la hipótesis de que era una operación asociada con el crimen organizado y el tráfico de drogas.
Según lo establecido por Michael Soto, subdirector de la OIJ, esta operación es el resultado de una investigación iniciada en febrero, cuando el supuesto secuestro de un ciudadano fue reportado en un hogar en Moravia. Durante la intervención, las autoridades descubrieron casi una tonelada de marihuana, lo que motivó el monitoreo del caso hasta que el secuestro quedó atrapado en un vehículo con otros 250 paquetes de la misma droga, y luego al hallazgo del arsenal en la bodega de Alajuela.
«El material encontrado allí es suficiente para construir un ejército», dice Soto, enfatizando que este tipo de hallazgos no solo revelan la capacidad logística de estas organizaciones, sino también el nivel de violencia potencial que representan para la sociedad.
La legislación costarricense contiene sanciones por armas ilegales y sus componentes. Sin embargo, el OIJ es de la opinión de que uno de los mayores problemas radica en la debilidad del control de aduanas y la falta de capacitación del personal responsable de la inspección de los productos que ingresan al país.
«Los funcionarios financieros deben tener herramientas para distinguir entre un tornillo simple y parte de un arma de fuego. La preparación técnica es clave porque estos grupos utilizan los huecos en los controles», insistió Zúñiga.
Este fenómeno coincide con el aumento de la violencia de homicidio involuntario en el país, cuya cifra ha sido alrededor de 400 asesinatos en lo que va del año. Las autoridades atribuyen este rebote a la expansión del tráfico de drogas y la guerra entre las pandillas competitivas, que tiene cada vez más armado y fuerza de fuego.
Costa Rica, tradicionalmente vista como una nación pacífica, ahora enfrenta una transformación acelerada de su equipo de seguridad. Las convulsiones sobre armas y drogas como en La Guácima informadas en La Guácima muestran una logística criminal cada vez más sofisticada, que contradice la capacidad de reacción del estado.
El Director de OIJ concluyó que combatir esta modalidad no solo debería fortalecer la inteligencia policial, sino también revisar los procesos de importación, mejorar la articulación entre las costumbres y las fuerzas de seguridad, y endurecer finas contra aquellos que participan en esta cadena criminal.
«La importación de arma fraccional no es un fenómeno menor, es una amenaza directa para la seguridad nacional», dijo Zúñiga.
La reciente operación en Alajuela difícilmente puede ser la punta del iceberg. Las autoridades temen que otras bodegas, casas y propiedades se usen en manos del crimen organizado como centros de reunión clandestina.
En este contexto, el país enfrenta un dilema urgente: o fortalecer su aparato estatal para lidiar con el crimen transnacional, o la seguridad pública será superada aún más erosión.
Mientras tanto, el descubrimiento de la guerra 56 se montó y compiló con piezas que se burlaron de los controles aduaneros, que obtienen la vulnerabilidad del país a un modelo criminal globalizado, que encuentra un suelo fértil para un alto nivel y bajo costo en Costa Rica.