Costa Rica enfrenta 300 bandas criminales de frente

San José, 4 de mayo (EP/PL) .- En la actualidad, Costa Rica enfrenta la amenaza de aproximadamente 300 bandas criminales, que están involucradas en actividades como el tráfico de drogas y otras formas de delincuencia organizada, destacando el fenómeno del Sicariato, que se refiere al asesinato bajo encargo. Esta realidad ha sido corroborada por especialistas que estudian el fenómeno del crimen en la región.
Estos grupos delictivos están distribuidos a lo largo y ancho del país, constituyendo una creciente amenaza para la seguridad pública. No solo operan en el ámbito nacional, sino que también están conectados con poderosos carteles internacionales que tienen influencia en diversas regiones, tal como lo indican los informes elaborados por la Agencia de Investigación Judicial (OIJ) y el Ministerio de Seguridad Pública. Este nexo con organizaciones más grandes complica aún más la situación y eleva la violencia a niveles alarmantes.
La violencia provocada por estas organizaciones del crimen organizado ha alcanzado cifras sin precedentes. En el presente año, se estiman alrededor de 300 homicidios y un aumento considerable en los enfrentamientos armados, lo que también ha conducido a una expansión territorial por parte de los miembros de estas bandas. El director de la OIJ, Randall Zúñiga, ha expresado que «la violencia es diaria y constante» en los enfrentamientos por el control del territorio.
Zúñiga explicó además que, aunque las autoridades han logrado arrestar a varios de los líderes de estas organizaciones criminales, la violencia persiste. «Las bandas más peligrosas han sido golpeadas por nuestras acciones, y muchos de sus líderes están tras las rejas. Sin embargo, esto no parece detener la espiral de violencia», afirmó.
Entre las principales bandas criminales mencionadas por Zúñiga, están algunas originarias de la provincia norteña de Limón, como la banda de H, la banda de Peña Rusell, y las vinculadas al conocido narcotraficante alias Diablo (Alejandro Arias Monge), quien es considerado uno de los más notorios en el país.
El fenómeno del crimen organizado ha permitido a estas bandas ampliar su control territorial más allá de Limón, lo que ha intensificado los conflictos internos por el control de territorios y ha incrementado las tasas de homicidio, llevando incluso estos desacuerdos a nuevas áreas que anteriormente eran ajenas a estos problemas de delincuencia.
Los «vecindarios del sur de San José» han emergido como puntos críticos de violencia, al igual que las zonas del norte, como Guadalupe. Este último puede atribuirse a la reciente detención de un primo del conocido alias aficionado, lo que ha llevado a que otras organizaciones intenten apoderarse de los territorios que habían sido controlados por dicho grupo criminal.
Además, se observa que en otras regiones, como Punta Arenas del Sudeste, hay al menos 10 bandas fraccionadas en el ámbito del control territorial, abarcando áreas como Barranca, El Roble, Fray Casiano y el 20 de noviembre, de acuerdo con el director de la OIJ.
Asimismo, nuevas manifestaciones de violencia están surgiendo en zonas como Heredia, antes menos afectadas por el crimen, y en áreas de Alajuela, así como partes de los anillos centrales de Cartago, que incluyen el Proyecto Manuel de Jesús Jiménez y Llanos de Santa Lucía, en el Paradise. Este panorama es preocupante y revela un fenómeno delictivo que se expande a un ritmo alarmante.