Colombia y el trabajo mercenario que trabaja en la mitad de las guerras mundiales – Actualidad cr

Bogotá, jun. Mercenarios para conflictos internacionales.
Aunque era una práctica común en la historia reciente, fue solo en el arresto de aproximadamente treinta colombianos al asesinar al presidente haitiano Jovenel Moise en julio de 2021 cuando la fábrica de mercenarios obtuvo relevancia pública en la que se convirtió Colombia.
Para el Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experto en conflictos armados, Jerónimo Ríos Sierra, el «componente de contraatauza notable» del ejército después de décadas de conflictos armados, la «complejidad geográfica» y la amplia inversión y la amplia inversión que la fuerza pública colombiana declara.
«El plan de Colombia promovido por Álvaro Uribe, y fuertemente contribuido por George W. Bush, ha pasado los últimos veinte años como Never the Country (…), incluso si el conflicto se ha transformado, y en muchos momentos implacables el intercambio de Estados Unidos es constante», dice Europe Press.
Todo esto contribuye a los salarios a continuación que pueden pensar que es parte de los poderes del orden que han estado funcionando en un contexto de conflicto armado interno desde mediados de siglo. «Un capitán apenas tiene un salario de menos de 600 euros», cifras que «aumentan entre tres y seis veces en países como Emiratos Árabes, Sudán o incluso, Ucrania», explica Ríos Sierra.
Redes sociales y falsas promesas en Ucrania
Sin embargo, las condiciones de trabajo ofrecidas no se cumplen en muchos casos y hay docenas que están desiertas. A diferencia de otros conflictos, Ríos Sierra revela que fue en Ucrania, donde esta falta de compromiso con los contratistas es más frecuente, a veces «mafias que» juegan «para movilizar mercenarios con incentivos perversos y falsas promesas».
«Junto con las muertes, otro elenco importante de mercenarios, considere las condiciones de guerra y los problemas de pagar compensaciones, elegidos por abandono», dice Ríos Sierra, que agrega otros factores, como la ignorancia del lenguaje y el rechazo de las filas que sirven, y los envían a «frentes hostiles o lugares especialmente difíciles».
En Ucrania, por ejemplo, el gobierno colombiano estima que para fines de 2024 medio millón de mercenarios colombianos habrían participado en el conflicto, de los cuales ‘más de la mitad’ habría muerto en la pelea. «Como todo lo relacionado con esta guerra, el baile de figuras y posibilidades debe considerarse como un mero enfoque», deja en claro el maestro de la UCM.
Ríos Sierra dice que las carreteras de alquiler habituales son mensajes como WhatsApp o redes sociales como Facebook, Tap Tok o Instagram, aunque no se puede olvidar el papel de las compañías de seguridad cuyas actividades el gobierno colombiano quiere intervenir.
No hay solución aparente
Aunque el gobierno de Gustavo Petro ha lanzado una iniciativa para caracterizar el reclutamiento de mercenarios colombianos como un delito, es difícil legislación identificar exactamente las coordenadas en las que opera.
«El trabajo de asesoramiento o consulta en aspectos de seguridad es un campo de trabajo tan amplio y versátil que apenas puede intervenir, mientras que el contrato mercenario como tal no existe», explica el experto.
Ríos Sierra enfatiza los principales problemas con la legislación contra este fenómeno, pero también la falta de voluntad política, porque muestra que, a pesar del hecho de que expuso al gran exportador de este tipo de combatientes, fue solo en 2022, con la llegada de Petro, cuando avanzó más para celebrar el Convención Internacional contra el reclutamiento de los mercenarios.
«Solo 38 países lo han ratificado», por lo que más allá de esta forma se excede por completo cualquier tipo de control «, dice. «Quizás las medidas radicales enfrentarán empresas que sabemos de su interés en alquilar mercenarios, como USTC, el Old Swartwater, o la seguridad británica G4S, la más completa del mundo, con más de 600,000 trabajadores», dice.