Política

La Iglesia Católica publica una guía de advertencias electorales – Actualidad cr

La Conferencia Episcopal de Costa Rica entregó a todos los sacerdotes un manual de comportamiento político para el año electoral 2026.

El documento -un «Vademécum sobre la castidad y la participación política de los sacerdotes»— impone límites estrictos a los sacerdotes durante la campaña y expone directamente una situación que la Iglesia considera injusta: Otras denominaciones religiosas operan en política sin las mismas restricciones legales y eclesiásticas..

El texto fue enviado con una carta del Obispo de Limón y del Presidente del Consejo Episcopal, Monseñor Javier Románlo que explica que el objetivo tampoco es engañar a los sacerdotes «evitar que las acciones pastorales se utilicen en un contexto político cada vez más polarizado».

«El objetivo no es imponer restricciones arbitrarias», afirma el obispo, «sino proteger la misión del pastor como pastor de todosEspecialmente en una situación en la que cualquier palabra puede convertirse en un arma partidista».

«Una asimetría evidente»

El Vademécum dedica un capítulo entero a una cuestión que la Iglesia considera ineludible:
¿Existe una igualdad real en la participación política de las diferentes religiones?

La respuesta es inequívoca: «La evidencia muestra que algunos líderes religiosos de otras denominaciones están abiertamente involucrados en política, ocupan cargos electos y utilizan lugares de culto como plataformas de influencia. El clero católico, por otro lado, está sujeto a dos restricciones constitucionales y canónicas».

El texto llama a esto «desequilibrio práctico»: Mientras que los sacerdotes evangélicos pueden postularse para diputados o convertirse en activistas visibles, los sacerdotes católicos tienen prohibido asumir cargos públicos, participar en fiestas o promover candidaturas desde púlpitos, redes o ministerio pastoral.

«No existe una condición simétricamente igualitaria en cuanto a la participación política de los sacerdotes católicos en comparación con los ministros de otras confesiones». Añade el documento.

Este punto – inusualmente redactado de forma tan clara – pretende abrir un debate sobre el alcance del artículo 28 de la Constitución, que impide «la propaganda política que invoque motivos religiosos».

En la práctica, según el documento, la aplicación de este criterio «ha recaído casi exclusivamente en la Iglesia católica».

Restricciones estrictas: sermones, redes sociales y apariciones públicas

De cara a la campaña 2025-2026, el manual ofrece normas muy detalladas. Entre los principales:

  • en los sermones: evite referencias a partidos, candidatos, colores, lemas o figuras públicas. «La predicación debe centrarse en el evangelio, no en los ideales.

  • En las redes sociales: Los sacerdotes deben actuar con mucho cuidado. El texto advierte que incluso las acciones más mínimas pueden interpretarse como evangelismo: «Los me gusta, los comentarios o las acciones compartidas pueden considerarse apoyo político.

  • En los templos y el trabajo sacerdotal: Está prohibido recibir candidatos en eventos religiosos, permitir propaganda en espacios parroquiales o ceder templos para reuniones partidistas. «Girgi no puede convertirse en escenario de campaña.

  • En medios relacionados con la iglesia: Se recomienda no aceptar instrucciones políticas hasta que se disponga de un protocolo oficial.

El objetivo del manual es evitar que la religión se utilice como herramienta electoral: «No es posible utilizar la iglesia con ningún proyecto de partido político.

Un memorando enviado a los sacerdotes por el presidente de la Conferencia Episcopal, Javier Román Arias.

Derecho Canónico + Constitución: una doble barrera

En el Vademécum se destaca que los sacerdotes costarricenses ejercen su ministerio bajo doble restricción legal lo que no pesa tanto sobre los líderes de otras confesiones: por un lado, la constitución; sin embargo, el Derecho Canónico. Ambos marcos se cruzan para delimitar estrictamente la participación política de los sacerdotes católicos.

En el ámbito civil, el artículo 28 del Código Político prohíbe la propaganda política con motivos o creencias religiosasuna norma que busca evitar que la religión sea utilizada como herramienta electoral. Sin embargo, en la práctica, explica el documento, esta prohibición se ha «aplicado casi exclusivamente al clero católico», creando una situación de desigualdad respecto a otros líderes religiosos que participan activamente en campañas o incluso ocupan cargos electivos.

A esto se suma la ambientación interior de la iglesia. El derecho canónico estipula que los sacerdotes No pueden asumir cargos públicos que impliquen el ejercicio de la autoridad civil.ni participar en la dirección de partidos políticos, sindicatos de carácter reivindicativo o movimientos partidistas. Tampoco podrán presentarse como candidatos ni realizar actividades que puedan confundirse con relaciones electorales.

El resultado, advierte el texto, es una «doble camisa de fuerza»: El sacerdote debe moverse con mucho cuidado en cualquier espacio donde lo religioso y lo político puedan superponerse, incluso sin quererlo. Esta posición pretende preservar la identidad del sacerdocio, pero también crea – según la propia Vademecum – una sensación de «asimetría visible» con respecto a otras confesiones donde la participación política es más activa y menos controlada.

Por ello, el documento nos recuerda que la vocación del sacerdocio no es disputar el poder, tampoco formar un sentido de moralidad y seguir la sociedad. En palabras del texto: «Las acciones del partido corresponden a los laicos; el sacerdote debe ser el sacerdote de todos».

Neutralidad no significa silencio

A pesar de las limitaciones, el documento aclara que la iglesia desempeña un papel activo en la vida democrática. En su conclusión, el texto distingue entre partidismo y voz profética.

«La distinción no implica silenciar la voz profética. La Iglesia está llamada a iluminar la vida pública con el Evangelio, sin identificarse con banderas partidistas».

La Conferencia Episcopal insiste en seguir expresándose sobre el bien social, moral y público, pero sin la intervención de campañas.

El eslogan final resume el espíritu del manual: «Que los sacerdotes sean un signo de unidad en tiempos de polarización».

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